El curioso experimento de una estudiante: extintor con solo dos cosas

El curioso experimento de una estudiante: extintor con solo dos cosas

Dicen que la curiosidad mató al gato. Pero en tiempos de redes sociales y vídeos virales, la curiosidad no solo mata gatos, también puede incendiar cocinas. O eso parece. Lo último en TikTok, Instagram y demás laboratorios del siglo XXI no es una nueva coreografía ni un reto absurdo: es una lección de química improvisada. Una estudiante, Clara Inés, ha compartido su hallazgo: cómo fabricar un extintor con solo dos cosas. Y sí, funciona… más o menos. Pero aquí es donde uno debe pararse, respirar y recordar algo esencial: con el fuego no se juega. Ni en las aulas, ni en la cocina, ni en los timelines.

¿Qué ingredientes usa este experimento casero?

La fórmula es sencilla, casi infantil: bicarbonato de sodio y vinagre (o ácido acético). Se introduce el bicarbonato en un matraz, se vierte vinagre y voilà: reacción química. Se genera CO₂, gas que desplaza el oxígeno y apaga pequeñas llamas. Clara lo prueba con una vela y funciona. Es vistoso, parece mágico y se presenta como alternativa de emergencia. Pero lo que parece una solución, puede ser el principio de un problema.

Porque, aunque el experimento resulta curioso, fascinante incluso, debemos subrayar con tinta roja la parte más peligrosa: este tipo de prácticas caseras jamás deben sustituir a extintores homologados y certificados. Ni por economía, ni por entretenimiento, ni por seguir modas virales. Un fuego no avisa. Y cuando lo hace, uno no tiene segundos para improvisar frascos, vinagre y reacciones químicas. Necesita actuar con seguridad y rapidez.

El riesgo oculto: ¿y si el fuego no es tan pequeño?

El fuego tiene una virtud diabólica: empieza siendo tímido y acaba siendo monstruoso. Una vela puede transformarse en una cocina en llamas en cuestión de minutos. Y el matraz, por mucho bicarbonato que contenga, no estará a la altura. La solución pasa por disponer de extintores homologados y certificados, diseñados, testados y fabricados bajo estrictas normas de seguridad.

Hay que insistir: los extintores caseros no son juguetes. Lo que en un experimento escolar puede parecer una genialidad, en un incendio real puede terminar siendo una tragedia. El dióxido de carbono generado por vinagre y bicarbonato es el mismo que contienen los extintores reales, sí, pero la cantidad, presión, control y eficacia de los extintores co2 profesionales no es ni remotamente comparable.

No somos científicos: somos responsables

El ser humano tiene tendencia a jugar a ser dios. Creamos fuego, lo domesticamos, lo usamos para calentarnos… y luego nos creemos con derecho a fabricar un extintor con lo primero que pillamos en la despensa. El resultado puede ir desde la anécdota hasta la desgracia. Por eso debemos recordar que los incendios no se resuelven con vídeos virales, sino con protocolos profesionales.

¿Queremos proteger nuestra casa, nuestro restaurante o nuestro local comercial? Entonces no improvisemos. Apostemos por soluciones serias, por empresas que ofrecen información sobre extintores verificada, por técnicos que conocen las normativas europeas, por equipos con homologación CE. Porque cuando hay fuego de por medio, no hay margen para el ensayo-error.

¿Y qué pasa con los fuegos pequeños?

Existen trucos domésticos para controlar incendios menores, sí. Bicarbonato, sal, mantas ignífugas… pero todos ellos deben usarse con sentido común y nunca como sustituto del equipo reglamentario. Y en cualquier caso, siempre es mejor prevenir que extinguir. Revisar las instalaciones eléctricas, no dejar la cocina desatendida, mantener productos inflamables alejados de fuentes de calor… Todo suma.

Pero cuando ya hay llama, cuando hay humo y calor, solo hay una herramienta que de verdad importa: un extintor profesional. No el de la influencer, no el de la receta rápida, no el que improvisamos con ácido acético. El que lleva una etiqueta, una fecha de revisión, una garantía técnica.

El mensaje final: educación sí, improvisación no

Celebramos que los jóvenes se interesen por la ciencia. Aplaudimos que aprendan química, que experimenten, que compartan conocimiento. Pero también debemos ser responsables con la difusión de ciertos contenidos. Enseñar a fabricar un extintor casero puede parecer inocente, pero conlleva un riesgo real si alguien decide usarlo como única defensa ante un incendio.

Por eso es fundamental educar en seguridad, enseñar que existen diferentes tipos de extintores para cada tipo de fuego, que deben revisarse periódicamente, que deben instalarse conforme a la normativa. Porque al fuego se le combate con preparación, no con ocurrencias. Y si queremos proteger lo que más valoramos —nuestra vida, nuestra familia, nuestro trabajo— debemos hacerlo con las herramientas correctas.

Así que la próxima vez que alguien te enseñe un truco para fabricar un extintor con dos cosas… admira la ciencia, pero confía en la ingeniería certificada. Y si tienes dudas, habla con un profesional, infórmate, actúa con cabeza. Porque el fuego no perdona errores.