Cómo proteger bibliotecas escolares y archivos históricos contra incendios: Medidas integrales.
Las bibliotecas escolares y los archivos históricos constituyen espacios esenciales para la preservación del conocimiento, la memoria colectiva y la identidad cultural. Estos lugares albergan libros, manuscritos, documentos oficiales y mobiliario de gran valor histórico y pedagógico.
Sin embargo, el riesgo de incendio es una de las mayores amenazas para su conservación, debido a la alta inflamabilidad del papel, la madera y los textiles. Proteger estas instalaciones frente al fuego es una obligación que trasciende lo técnico: se trata de una responsabilidad con el futuro educativo y cultural de la sociedad.
El riesgo de combustión en espacios documentales
El papel, los documentos antiguos, los muebles de madera y los textiles decorativos actúan como combustibles sólidos tipo A, lo que significa que alimentan las llamas con gran rapidez y producen un humo denso y tóxico. En recintos cerrados, como depósitos documentales o salas de archivo, el calor y el humo pueden deteriorar materiales frágiles incluso sin contacto directo con las llamas.
Las causas más habituales de incendios en estos lugares incluyen:
- Sobrecarga de instalaciones eléctricas antiguas.
- Uso de calefactores o lámparas sin sistemas de protección térmica.
- Falta de mantenimiento en equipos de detección y alarma.
- Acumulación de polvo, papeles y materiales combustibles en espacios mal ventilados.
La prevención exige un enfoque integral que combine medidas activas, pasivas y de mantenimiento continuo.
La ignifugación como primera línea de defensa
Una de las soluciones más eficaces para reducir la inflamabilidad de los materiales en archivos y bibliotecas es la ignifugacion. Este proceso aplica productos especiales sobre superficies orgánicas, como papel, madera o tejidos, creando una barrera protectora que retrasa la propagación de las llamas.
Existen diferentes tratamientos de ignifugación recomendados según el tipo de material:
- Barnices y lacas intumescentes que, al reaccionar con el calor, generan una capa aislante ideal para mobiliario de madera y puertas.
- Soluciones retardantes en spray para documentos y papeles, transparentes y seguras para conservar tintas y texturas.
- Pinturas intumescentes que protegen estructuras metálicas, evitando su deformación ante altas temperaturas.
- Tratamientos ignífugos para textiles, aplicables en cortinas, alfombras y tapizados, respetando colores y texturas.
La aplicación de estos productos debe realizarse exclusivamente por empresas acreditadas, ya que una aplicación incorrecta puede reducir la eficacia del tratamiento.
La importancia del certificado de ignifugación
Toda intervención debe estar respaldada por un certificado de ignifugación, un documento oficial que acredita que los materiales han sido tratados siguiendo las normativas técnicas vigentes. Este certificado incluye información detallada sobre los productos utilizados, el método de aplicación, las superficies tratadas y la fecha de validez.
Disponer de este certificado no solo garantiza la seguridad de las instalaciones, sino que también es un requisito legal en inspecciones y auditorías de prevención contra incendios. Para archivos históricos y bibliotecas escolares, contar con esta acreditación es sinónimo de compromiso con la conservación del patrimonio cultural.
La protección pasiva contra incendios como estrategia estructural
Además de los tratamientos directos sobre los materiales, la protección pasiva contra incendios es esencial para limitar la propagación del fuego y salvaguardar la integridad de los edificios que albergan colecciones documentales.
Algunas de las medidas más efectivas de protección pasiva son:
- Muros y puertas cortafuego, que compartimentan los espacios evitando la expansión del incendio.
- Revestimientos intumescentes en techos, suelos y estructuras metálicas, aumentando la resistencia al fuego de los elementos constructivos.
- Sellados cortafuego en instalaciones eléctricas y de ventilación, bloqueando la propagación de llamas a través de conducciones.
- Carpintería y vidrios ignífugos para áreas de gran valor documental.
Estas medidas, combinadas con sistemas de detección temprana, conforman un escudo integral frente a emergencias.
Marco normativo en Andalucía y obligaciones de seguridad
En Andalucía, las bibliotecas escolares y archivos históricos cuentan con un marco regulador que establece las condiciones de seguridad contra incendios. Entre las disposiciones más relevantes se encuentran:
- La Ley 16/2003, de 22 de diciembre, que regula el Sistema Andaluz de Bibliotecas y Centros de Documentación.
- El Plan de Lectura y Bibliotecas Escolares, aprobado en 2007, que refuerza la conservación de estos espacios.
- El Reglamento de Seguridad Contra Incendios en Establecimientos Industriales (RSCIEI).
- El Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios (RIPCI), que marca las condiciones mínimas de detección, alarma y extinción.
El cumplimiento de estas normativas no solo protege los bienes, sino que asegura la continuidad de la función educativa y cultural de estos centros.
Sistemas activos de detección y extinción
Además de las medidas pasivas, toda biblioteca o archivo debe contar con sistemas activos que permitan detectar y actuar ante un incendio en sus fases iniciales. Los más recomendados incluyen:
- Extintores portátiles tipo ABC, aptos para materiales sólidos, líquidos y equipos eléctricos.
- Extintores de CO₂, adecuados para proteger equipos informáticos y documentos sensibles, ya que no dejan residuos.
- Detectores de humo y calor, fundamentales para la detección temprana.
- Sistemas de alarma conectados a centrales receptoras, que aseguran una respuesta inmediata.
- Bocas de Incendio Equipadas (BIE), imprescindibles en edificios de gran extensión o con zonas subterráneas.
El mantenimiento periódico de estos equipos es indispensable para garantizar su eficacia en situaciones de emergencia.
Planes de emergencia y formación del personal
La seguridad en archivos y bibliotecas no depende únicamente de equipos técnicos. Es imprescindible contar con un plan de emergencia y evacuación actualizado, que contemple protocolos claros para la protección de personas y bienes documentales.
Asimismo, la formación del personal es clave. Instruir a los trabajadores en el uso de equipos de extinción, la gestión de emergencias y la realización de simulacros periódicos permite una respuesta rápida y eficaz ante cualquier eventualidad.
Conservar el conocimiento como prioridad
Las bibliotecas escolares y archivos históricos no son simples depósitos de libros y documentos: representan el alma cultural y educativa de la sociedad. Su destrucción por un incendio supondría una pérdida irreparable para la memoria colectiva.
Implementar la ignifugación, contar con el certificado de ignifugación, reforzar la protección pasiva contra incendios y disponer de planes de emergencia bien diseñados son pasos indispensables para garantizar la seguridad de estos espacios.
Preservar hoy para proteger el mañana
La prevención de incendios en bibliotecas y archivos es un compromiso con el futuro. Apostar por soluciones certificadas, normativas rigurosas y planes de seguridad bien estructurados asegura que el conocimiento permanezca accesible para las próximas generaciones.
Proteger los libros es proteger las ideas, y las ideas son la base de una sociedad que aprende, evoluciona y se proyecta hacia el futuro.